COMENTARIO
El principio inspiración, proverbios 13, versículo 12: “La esperanza diferida enferma el corazón, pero cuando finalmente los sueños se realizan hay vida y gozo”. Las inspiraciones provienen de los sueños y funcionan juntos, si tenemos sueños también inspiración en el corazón para hacerlos realidad, pero primero debemos soñar.
La vida del líder consiste en implantar sueños porque entiende el poder de la inspiración… de otra forma será solo un conductor
El temor es un motivador que se utiliza para establecer orden y parámetros. Los buenos líderes comprenden la importancia de las normas que se temen, y entienden que las leyes acarrearán ira, por eso el hombre no puede vivir solo por la ley porque tarde o temprano se rebela.
No se puede criar a un niño sometiéndolo solamente a la ley, debe criarse también con amor y comunicación. No podemos convertirnos en pilar sin una línea a plomo, sin un punto de mira, sin leyes que fijen parámetros que sirvan como referencia al enfoque deseado. Debemos tener leyes, así llegaremos a un balance entre la ley y la benevolencia.
Pero solo ley nos lleva a parecernos a los grupos terroristas extremistas, o que nos convirtamos en grupos religiosos que forman a su fieles en las leyes de los hombres destruyendo así la sociedad. La productividad y la prosperidad nunca llegan si se vive solo a través de duras leyes punitivas.
Para desarrollar una familia duradera y exitosa, empresa o sociedad, debemos diseñar un sistema que dé a todos:
- Uno: provisión de sueños personales.
- Dos: oportunidad.
- Tres: esperanza.
Una de las afirmaciones más comunes es “no veo oportunidades”, debido a que muchas personas no encuentra en su cultura las condiciones para realizar sus sueños. Cuando somos muy estrictos y con solo ley generamos desesperanza. Se requiere de un ambiente que inspire y le permita a la mente trabajar libremente, dentro de un conjunto de parámetros que constituyan el marco y la guía para la creatividad.
La desesperanza no permite ver el futuro y corta las aspiraciones, la mente se detiene y entonces no es posible ver bien hacia atrás o hacia delante y nos sentimos atrapados. Cuando se vive sin esperanzas es fácil caer en el suicidio. Más allá de las necesidades básicas del ser humano como son pan, techo y ropa, se requiere tener sueños, esperanza e ideales para ser totalmente productivos. Sin un sueño tampoco hay ambición, fuerza motivadora y creatividad.
Aunque fuimos creados iguales, nuestros resultados en la vida son diferentes porque podemos elegir, y además contamos con temperamentos, dones e ideas creativas diferentes. Y puede ser que algunos aspiremos mejores cosas que otros.
Debemos tratar razonable y equitativamente a todos, permitiéndole a otros superarse porque esta es la fuerza que crea la competencia. Sin ese deseo de superación la sociedad se destruye y ese no es el plan de Dios.
La competencia permite avanzar en la búsqueda de los sueños, pero haciéndolo correctamente, sin causar daño a los demás, respetando las reglas como lo hacemos cuando practicamos un deporte. Cuando jugamos cometemos faltas porque queremos ganar, pero existe un reglamento que nos penaliza si intentamos hacerlo injustamente o si golpeamos a alguien. Ese castigo evitará que lastimemos a los compañeros de juego. Debemos aceptar y vivir con el reglamento.
Motivar significa estimular la mente y el espíritu de las personas presentándoles sueños y posibilidades para alcanzarlos. Es así como Dios lo hace: él siembra el sueño, y la motivación vendrá desde el interior y no desde el control de leyes externas. Los sueños se convierten en el propósito o motivo, la razón para vivir. Necesitamos inspiración y sueños antes que ley, pero no se puede tener sueños sin ley.
Si les damos incentivo o un sueño, dentro del marco de nuestras metas y ambiciones, tanto las personas que nos colaboran como nosotros resultaremos beneficiados. Nuestra intención al inspirar a otros será que ambas partes ganen, no podemos quitarle los sueños a un colaborador que tiene el deseo y manifiesta el esfuerzo y la ambición de llegar a alguna parte. Esta persona tiene el derecho a ganar.
Cuando lideramos, lo hacemos a través de la inspiración, de esto trata. Debemos liderar inspirando a nuestros empleados, a nuestra familia, a todos; darles ideas y cosas parecidas sobre las cuales puedan impulsarse y de ahí saltar y tomar esto o aquello, pero es necesario disciplinar, digamos que la disciplina es el 10% – el diez por ciento – el sueño, el 90%.
Luego lo que hacemos es conducir el sueño. Los buenos líderes se enfocan sobre bases de incentivos y sus planes se basan en sueños, lo cual crea una fuerza poderosa dentro de sus empleados. Se tornan automotivados y necesitan menos dirección porque trabajan como si lo hicieran para sí mismos. ¡Esto es espiritual!
Automotivación es lo que llamamos autogobierno, cuando tenemos empleados autogobernados, automotivados, inspirados en los sueños, podemos oír “Quiero hace un mejor trabajo para mi jefe”. “Quiero hacer lo correcto”, desarrollar esta cultura es crucial en nuestra sociedad.
¿Cuáles son algunas claves para vivir de manera dinámica? Debemos vivir por la inspiración, no es una opción, de otra forma seremos conductores y no líderes, a quienes además se les mide por su habilidad para inspirar a otros. Cuando las personas que lideramos están motivadas no necesitan ser dirigidas, porque trabajar por su propia iniciativa. Cuando entendemos el poder de la inspiración nos preocupamos por infundir convicción en las personas e implantar sueños, esta es la vida del líder.