FUNDAMENTOS PARA PRODUCTIVIDAD 7. DIRECCIÓN

23
Ago

COMENTARIO

 

El principio de dirección se basa en los proverbios 20, versículo 24: “Dado que el Señor dirige nuestros pasos, ¿por qué tratar de entender todo lo que pasa a lo largo del camino?” 

 

El asunto principal es que descubramos si Dios dirige o no nuestros pasos

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Quien tiene la determinación de llegar a algún lugar, será el primero en recibir la dirección. Ahora todos los que logremos llegar, bien sea de manera intencional o con un plan estratégico, debemos preguntar si es Dios quien está dirigiendo los pasos o caminamos por nuestra cuenta. ¿Cómo podemos saberlo? Si tenemos un corazón honesto, hacemos lo correcto y buscamos la verdad, entonces estamos creando un ambiente propicio para que Dios influya a través de nuestra conciencia o de los amigos que caminan con el Señor.

 

Dios confía en nosotros en la medida que nosotros confiamos en El y practicamos lo que le creemos

 

Quien no se interesa por el futuro y no elabora un plan estratégico, entonces no está interesado ni necesita dirección. En cambio, quienes se dicen la verdad a sí mismos encuentran un camino en la vida y avanzan con un sentido de descubrimiento, por eso es importante mirarnos al espejo y confrontarnos porque no podemos ir a ninguna parte y hacer planes si no sabemos quiénes somos y dónde estamos. Iniciemos como si examináramos un mapa donde identificamos nuestra ubicación para luego determinar hacia dónde nos dirigimos.

 

Obtenemos beneficios  al permitir que  Dios dirija nuestros pasos.

 

Primero: Logramos pasos positivos porque está probado que los pasos organizados de Dios son el camino y a través de la historia nos damos cuenta que quienes encontraron la fe también descubrieron que los principios de Dios son fieles, es decir, fueron pasos probados y no es un nuevo camino, aunque esto último si lo sea para nosotros.

 

Segundo: Son pasos de fe, es decir viajamos sin ver letrero alguno pero sabemos que vamos sobre camino seguro y seguimos conduciendo hasta ver la próxima señal.

 

Tercero: Este camino es alegría porque sabemos hacia donde nos dirigimos y lo que estamos haciendo, avanzamos en busca de un objetivo acompañados de Dios, haciendo lo que a Él le complace, dejando de lado el mal que mata la fe y deja sentimientos de culpa, destruye la vida y las empresas o negocios porque hace perder la orientación y da cabida a las dudas.

 

Si  en cada aspecto de la  vida y en cada momento  de nuestro andar hacemos lo que sencillamente sabemos que es correcto, permaneceremos felices y positivos  en el camino de la fe, la cual obra a nuestro favor permitiéndonos hacer las cosas a conciencia; y luego nuestro subconsciente recoge lo provechoso. Es una larga lección, pero es un pensamiento muy poderoso.

 

Quien camina con Dios y sus principios, se acompaña de la verdad y es honesto consigo mismo, enriquece su carácter y su naturaleza y no tiene por qué sentirse frustrado cuando las cosas no salen bien. La  fe no nos abandona, es como ese juego con bolos diseñados para que después de derribados regresen solos a su posición original. A las personas que andan con Dios las pueden hacer caer, pero siempre vuelven a erguirse.

 

Aprendemos a confiar en Dios conociendo quién es Él y lo que ha hecho, tal como sucede cuando conocemos a alguien, sentiremos confianza en la medida que nos enteramos de sus antecedentes, su reputación y conducta. Es una especie de batalla que se libra cuesta arriba hasta que llegamos a cierto nivel, y en ese punto empezamos a sentirnos seguros.

 

Las cosas que se mueven requieren de dirección. Si nosotros no creemos que Dios nos dirige, necesitamos reevaluar nuestras acciones e intenciones porque la fe y la confianza se derivan de escuchar la verdad que Él habla a nuestro corazón.

 

Si nuestro corazón nos condena es porque sabemos que hemos hecho el mal.  Debemos entender a Dios y no confiar en nosotros porque solo Él puede entregarnos las cosas si no hemos detenido nuestro crecimiento y conocimientos, es como subir por una escalera que tiene principios como peldaños, un orden establecido para ascender por ella.

 

Si no utilizamos bien el principio de cada peldaño, no encontraremos el siguiente y no podremos poner el pie en él, se detendrá el ascenso hasta que controlemos el presente. Dios no confiará en nosotros si no demostramos que estamos dispuestos a caminar por su sendero. Es como la carrera de un gerente, quien debe lograr cometidos para que sea promovido a cargos más altos, así mismo Dios nos dará más posibilidades de avanzar si le damos nuestra confianza.

 

No aceptar la dirección de Dios es como decir que somos más inteligentes que Él. Una buena pregunta. ¿Es usted más inteligente que Dios? La persona contesta: “¡Claro que no!”  y entonces replicamos: “Bien», ¿entonces, por qué no lo escucha? Es divertido cómo admitimos que no somos más inteligentes que Dios, pero a la vez no obedecemos sus sencillos Mandamientos. Al no obedecerlos le estamos diciendo;  “Sé más que tú. Soy más listo que tú”. Dios confía en nosotros en la medida que nosotros confiamos en El y practicamos lo que le creemos.

 

¿Con qué frecuencia debemos cambiar la dirección? todo el tiempo, pero sin que los cambios sean drásticos; no del norte al sur, pero quizá de norte a noreste; no es como una vuelta en U sino como un giro. Es como una constante al mantener el timón a la derecha, a la izquierda, entre lo correcto y lo incorrecto. Debemos hacer ajustes en la operación del volante a medida que avanzamos, si descuidamos la dirección nos salimos de la realidad, nos metemos en problemas y entonces tendremos que adelantar grandes variaciones.

 

Introduzco pequeños cambios en la medida que avanzo por el camino de la vida. Cuando nuestras empresas o negocios colapsan, también sucede en el entorno que nos movemos y es urgente actuar de manera drástica, pero podemos evitarlo haciendo cambios pequeños. Seguir la dirección es la clave.

 

Dios vive de acuerdo con la ley que Él estableció. Cuando una persona dice que Dios le dijo que algo está bien, pero sabemos que ese “algo” viola la ley de Dios, nos damos cuenta que no fue Dios quien la inspiró sino que era algo que quería a su favor inmediatamente y así lo aceptó interponiendo la palabra de Dios para justificar sus acciones, porque la conciencia le molesta.  En estos casos podemos decirle: “Bien, acabemos. El tiempo dirá si es o no verdad lo que dices . Se probará por sí misma. La vida siempre la prueba”.

 

Proverbios 20, versículo 24, el principio de la dirección para la productividad: “Dado que el Señor dirige nuestros pasos, ¿por qué tratar de entender todo lo que pasa a lo largo del camino?” 

 

La verdad señala siempre la dirección real de modo que debemos permanecer actualizados con lo que está sucediendo. La clave para encontrar la orientación está en confrontarnos y hacer siempre lo que sabemos que debemos hacer, así nos mantendremos fortalecidos y aunque caigamos, volveremos a levantarnos fácilmente.

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