COMENTARIO
El principio sobre productividad es el corazón de toda la serie y se basa en los proverbios 14:4: “Un establo vacío permanece limpio, pero limpio no genera ingresos”. La productividad es ciertamente la clave, es el nombre del juego, es el progreso en la vida.
La raíz de la palabra productividad es ‘productivo’ o ‘fértil’, es el poder de producir y reproducir. Cuando nos referimos a la tierra, decimos que es buena si es apta para la siembra y da una cantidad de fruto mayor que la cantidad de semilla sembrada. Esta habilidad para multiplicar la cantidad sembrada solo se puede reconocer cuando es trabajada; y si es fértil, se aumenta su valor.
Sé productivo. La vida es un don pero el resultado no es un regalo, se gana, se construye
Así como la tierra tiene la habilidad de producir, los seres humanos también. Dios dijo: “Os he dado el poder para crear riqueza”, es decir nos dio la posibilidad de generar abundancia, puso esa capacidad en nosotros y solo debemos actuar para que se haga. El primer mandamiento dado a los hombres fue el de ser fructífero y multiplicarse. Hay un concepto erróneo en la mente de algunos creyentes, quienes “esperan que Dios lo haga todo” y ese no es su plan.
Analice esta fabulosa historia. Una vez un banquero visitó a uno de sus clientes, un granjero. A medida que el banquero conducía su vehículo a lo largo de la cerca blanca, de edificaciones bien cuidadas, de campos floreados y bien mantenidos, se sorprendió al ver tanta belleza y le comentó al granjero: “Dios le ha dado a usted la granja más bella en este valle”. El granjero miró sus tierras y pensó en el arduo trabajo y todos los esfuerzos que le demandó para traerla al estado actual y dijo: “Sí, seguro, Dios me la dio, pero usted debería haber visto esta tierra cuando se encontraba totalmente en manos de El”. Dios dio la inspiración, la idea.
Hay tres cosas importantes para tener éxito:
Primero: Sé productivo. La vida es un don pero el resultado no es un regalo, se gana, se construye.
Segundo: Administra bien lo que ganas. Hacer buen uso del dinero es parte del camino para el éxito.
Tercero: Hagámoslo de manera eficiente. Midamos la cantidad y la calidad. Mirarnos en el espejo para medirnos siempre y revisar la lista de los pendientes.
La eficiencia es administrar, de manera controlada, el trabajo riguroso y la productividad por un lado, y la organización por el otro lado. Nunca debemos sentirnos satisfechos con el simple hecho de ser organizados, porque si no tenemos productividad es igual al fracaso.
Donde hay actividad veremos algunas cosas que no siempre están organizadas, muchas veces la producción resulta de administrar un poco de desorden, el cual nos dice que alguien está trabajando. La construcción genera aserrín y mugre. Un establo limpio refleja la ausencia de caballos. Agradezcamos a Dios si tenemos un buen caballo de trabajo aunque cause caos y mugre, porque al final nos dará un balance bueno. No podemos ser productivos sin tener algún tipo de desarreglo y suciedad.
Algunas corporaciones grandes están aprendiendo hechos concretos. Tienen demasiados jefes organizados pero improductivos, en establos limpios, pasan mucho tiempo disfrutando de beneficios extralegales sin ser productivos. Por esta razón las empresas se hacen más pequeñas.
El principio de productividad, proverbios 14, versículo 4: “Un establo vacío permanece limpio, pero limpio no genera ingresos”. Recapitulemos. La clave consiste en que Dios nos ha dado la habilidad para multiplicar la riqueza, pero nos corresponde hacer que las cosas sucedan. Si no utilizamos nuestras habilidades, no lograremos el progreso. El crecimiento viene de la gente que hace algo.