COMENTARIO
El principio de la confrontación, basado en los proverbios 15, versículo 1: “Una respuesta delicada, aleja la ira”.
Podemos pensar que las confrontaciones se deben manejar con rudeza, voz alta y fuerza expresiva, pero realmente de esta manera no estamos superando las confrontaciones, sino más bien buscando vencer y dominar, lo cual no es lo adecuado para resolver las diferencias.
Aprender a responder es poder. Con una respuesta delicada y una sonrisa controlaremos sabiamente la confrontación
Todos, por regla general, tenemos parcialmente la razón y es esta premisa la que nos pone regularmente en problemas porque, además, por naturaleza, somos criaturas que nos mantenemos a la defensiva. Primero abrimos la boca y expresamos nuestras opiniones que, sin ser totalmente la verdad, nos gusta que se reconozcan y elogien.
Segundo: Una vez hemos expresado nuestra posición estamos comprometidos con defenderla, y no es fácil admitir que estamos equivocados en algunos puntos, que no se trata de quien tiene la razón sino de establecer cuál es la verdad.
Establecer una buena comunicación es clave para dar a conocer nuestras opiniones sin rencillas y sin dañar nuestras relaciones con los amigos y la familia. Si no cuidamos la manera como nos expresamos es posible que ganemos en el argumento y perdamos la batalla al estropear a las personas que apreciamos.
Cuando se presenta un malentendido, y todos los tenemos, es urgente ponerse de acuerdo con nuestro oponente, tal como lo dijo Jesús “ponte de acuerdo con tu adversario pronto”, es decir, podemos estar de acuerdo sin estarlo necesariamente, coincidimos en que expresemos nuestra posición, aunque no compartamos lo que cada uno dice.
Si nuestro espíritu no se complace con simplemente decir lo que pensamos, sino que nos volvemos argumentativos y ofensivos, nuestro contendor se sitúa a la defensiva y esta actitud erige paredes. Sin embargo, si hablamos en un tono bajo, respondemos lentamente y respetamos la autoridad, podemos calmar a la persona que acalorada y subida de tono empezó a enojarse. En este contexto se vale decir “lo siento” o me equivoqué.
Hay tres preguntas que debemos hacernos antes de involucrarnos en un debate.
Número uno: ¿Qué tan ilustrado estoy en el tema? No mostremos actitudes jactanciosas, más bien bajemosle perfil a nuestro conocimiento, es posible que los otros se sorprendan. Usemos las siguientes palabras cuando entremos en discusión con la gente: “Voy a darle mi punto de vista; es posible que no tenga razón, pero me gustaría exponer mi opinión”. No estamos forzando a la gente a que lo crea, pero nos da el derecho a expresar nuestro punto de vista.
Segundo: ¿Cuánto control ejerzo sobre mis emociones? No podemos permitir que la ira nos controle, respirar profundo y deponer la actitud defensiva antes de responder. Nos encontramos hablando cómo controlar la confrontación. Nuestro lenguaje corporal es también importante al momento de sortear confrontaciones, porque asumiendo la actitud adecuada podemos bajar a una persona desde su alto caballo.
Tercero: ¿Sé cuándo decir “es posible que usted tenga razón” o “ese es un punto de vista interesante”? Los buenos comunicadores saben cómo humillarse y no está mal decir “No sé” o “No estoy seguro”. Debemos admitir que no lo sabemos todo y que podemos reconocerlo delante de los demás.
Si una discusión produce más calor que luz, es una pelea. En tales circunstancias nos encontramos ya a la defensiva y en esta posición podemos ganar y al salir sentirnos satisfechos diciendo “gané”, pero en realidad no ganamos, a menos que mantengamos buena comunicación con la otra persona. De modo que no se trata de ganar el argumento, se trata de ganar la influencia.
Resolver confrontaciones es una experiencia de aprendizaje y nunca nos debemos alejar sin un cierre pacífico, estrechando la mano de nuestro contendor y decirle que es posible no estar de acuerdo en todo pero que hay lugar para no estarlo.
Recapitulemos algunas ideas penetrantes. Hay valor en las confrontaciones, aunque algunas personas lo ven y lo asumen como una pérdida. También hay lecciones para aprender, como es que una respuesta delicada es la mejor forma de sortear el asunto, que una sonrisa es poder y si alguien discute algo de lo cual estamos seguros entonces es mejor sonreír para que el otro acepte y caiga en cuenta de que no está sacando ganancia alguna.
Recuerdo la historia de Jacob cuando peleaba con un ángel y frente a él, Jacob se ve ultimado. Dios dice “Te he dado poder con el hombre y con Dios”. Aprender a responder es poder. Con una sonrisa y una respuesta delicada controlaremos sabiamente la confrontación.