FUNDAMENTO PARA ADMINISTRACIÓN 5. CONFIAR EN DIOS

05
Mar

COMENTARIO

 

Este principio se ha tomado de los Proverbios 11:28: “Confía en el dinero y te derrumbarás. Confía en Dios y florecerás como un árbol”.

 

Confía en el dinero y te derrumbarás

 

La mayoría de la gente piensa que si tuviera dinero, ascendería. ¿No es divertido que esta creencia sea justamente lo contrario de lo que el principio reza? “Confía en el dinero y te derrumbarás”. Entonces lo que nos permite ascender, es algo más, porque enfocar la atención solo en los recursos económicos nos conduce al abismo.

 

En el dólar norteamericano se lee: “En Dios confiamos” Los antepasados de esa nación entendieron la valía de confiar y creer en Dios. Reconocieron a la Biblia como el libro de consulta de las cortes y uno de los hechos absolutos que les dio fe y coraje, de lo contrario el dinero se convertiría en su Dios, así que imprimieron esas palabras justamente como una manera de  recordarlo.

 

Confiar en Dios no significa que él haga todo por nosotros, es establecer con él una alianza y por eso podemos decirle con confianza “Dios mío ¿Qué hay de esto o de aquello? Iremos al lugar que sea necesario para encontrar las respuestas y nos dirigiremos a él en busca de raíces y fundamentos. Cuando le creemos a Dios nos guiamos por lo establecido por él y no por lo que los hombres hayan aprobado como legal.

 

Confiar en el dinero antes que en Dios nos pone en arenas movedizas por las siguientes razones:

 

Primera. Porque un corazón sin temor de Dios no tiene control y será rebelde y voluntarioso, mientras que las sociedades serán farisaicas y se compararán entre sí justificando sus acciones. Si queremos florecer es necesario poner la confianza en el creador quien es el dueño del oro y la plata. Por eso el dinero es solo un medio de intercambio y no nos define como personas.

 

Segunda: Sin valores éticos y morales correctos el dinero pasará por nuestros bolsillos como si estos estuvieran huecos. Tendremos dinero para verlo desaparecer. Conocedores de los temas financieros consideran que si se repartiera toda  la riqueza del mundo entre todos los seres humanos en doce o quince años, las mismas personas que originalmente tenían dinero, lo tendrían otra vez y los que no tenían nada, volverían a ser pobres. Lo anterior quiere decir que quienes aprendieron a ganarlo y administrarlo no tendrían problemas en recuperarlo y sin este conocimiento que recibimos gracias a la bendición de Dios, no será posible volver a tenerlo.

 

Sin las leyes de Dios que nos gobiernen, nos desequilibramos, somos despilfarradores y perdemos el sentido de productividad. A nivel macro, se incrementarán los impuestos en lugar de tapar los huecos de los bolsillos.

 

¿Qué significa confiar en Dios? Es depender y ajustar la vida a los valores del creador, porque ahí está la clave. Planificar y trabajar por los sueños, sin pensar que Él hará todo por nosotros.

 

Cuando conocemos a Dios encontramos que es fiel, sapiente, honesto y confiable, que sus leyes fueron establecidas para nuestro bienestar, pero si depositamos la confianza en el dinero, nos arriesgamos por algo temporal y perecedero, que además nos hace mezquinos e inestables.

 

Tres maneras como podemos medir nuestra confianza en Dios.

 

La primera es cuando las cosas salen mal, ¿adónde acudimos? En algunas ocasiones le pedimos la opinión a nuestros amigos o familiares de confianza, pero debemos tener cuidado porque si se trata de asuntos financieros, entonces estamos poniendo la confianza en el dinero. En tal caso es mejor establecer la razón por la cual no disponemos de recursos económicos y dirijámonos a Dios, en quien sabemos que podemos confiar.

 

Segunda pregunta: ¿Cuánto esfuerzo dedicamos a estudiar los principios de Dios para no volver a caer? Si buscamos los fundamentos cuando algo sale mal nos sentiremos cómodos y sólidos.

 

Y la última pregunta es muy poderosa. ¿Qué se necesitaría para que mintiéramos o robáramos con fines de lucro?  Solamente la persona puede mirarse en el espejo y contestarse tal pregunta. En los negocios hay oportunidades, muchas veces  cuando se puede callar y no decir toda la verdad para hacer un poco de trampa, pero si somos honestos, tenemos que pensar que hay otras personas iguales a nosotros y que estas decisiones las debemos resolver en nuestra conciencia, desde el punto de vista de la moral y la ética. Esto es crucial  porque a la larga obrar con rectitud y ética paga.

 

Confiar en Dios, proverbios once, verso veintiocho “Confía en el dinero y te derrumbarás. Confía en Dios y florecerás como un árbol”.

 

Confiar en Dios no significa que Dios hace todo por nosotros, tal como hace los milagros. Dios no es solo hacedor sino una fuente de  inspiración. Nos ofrece dirección, señala el camino correcto, así que debemos levantar la cabeza y comprender este mensaje. Quienes no creen sostienen que no pueden confiar en Dios. Y sin embargo, invocan Su nombre cuando se hallan en problemas. Esto quiere decir que en el fondo tienen cierta confianza en Dios, porque cuando llegan los problemas, acuden a la fuente que saben que es segura, Dios.

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