FUNDAMENTO PARA ADMINISTRACIÓN 2. HONESTIDAD

05
Mar

COMENTARIO

 

El principio de honestidad se basa en Proverbios 12:13 “Las mentiras conducirán al hombre hacia dificultades, pero la honestidad es su propia defensa”.

 

Una persona honesta no da lugar a equivocaciones o pérdidas con ella, porque este valor cuando hace parte del carácter de individuo lo eleva a niveles superiores.

 

Las mentiras nos meterán en dificultades, en problemas

 

Webster define la honestidad como algo justo y verdadero, libre de engaño. Básicamente describe a una persona a la cual no se le escuchan mentiras, no hace trampa, no roba, no manipula, ni engaña. El proverbio en estudio advierte que actuar con deshonestidad nos meterá en problemas. La primera mentira fue la verdad hablada con la intención de engañar, por eso ser honesto no es sólo decir lo que es cierto sino que su intención debe ser genuina, franca, abierta y sin manipulación. Es decir, transparente.

 

La honestidad es la esencia de la valía del carácter y proviene de Dios; es el estabilizador o gobernador del alma, una voz interna que sugiere siempre la verdad. Es el mayor de todos los valores humanos y nos permite gozar de excelentes beneficios personales trayendo grandes recompensas a la comunidad o nación donde habitamos.

 

¿Por qué tenemos que jurar cuando acudimos a una corte? ¿No debería ser lo común y corriente? Se debe a que  nuestra mente es  tan creativa que podemos utilizar todo el tiempo la manipulación para vivir.

 

Algunos beneficios que ofrece una vida honesta a la sociedad son increíbles.

 

Primero: No serían necesarias las puertas con sistemas de seguridad.

 

Segundo: Desaparecería el crimen.

 

Tercero: Descendería el número de divorcios.

 

Cuarto: viviríamos de acuerdo con nuestras promesas, cumpliríamos compromisos y resolveríamos amigablemente los problemas.

 

Quinto: las drogas ilegales no existirían.

 

Sexto: Los abogados tendrían que buscar otro trabajo porque tendríamos una sociedad basada en la verdad, que viviría con un presupuesto que solo demandaría un impuesto del 10%, que es el estándar de la Biblia.

 

Séptimo: En las empresas los empleados no necesitarían mayor supervisión.

 

Debido a la corrupción que se ha enquistado en la sociedad es imposible lograr que un sistema funcione y aunque nunca tendremos el 100% de honestidad sí es posible trabajar para lograr un estándar alto que nos proporcione bienestar y equilibrio.

 

Son muchos los beneficios de una sociedad honesta porque nos daría verdadera libertad y sería más fácil escuchar al que opina diferente. Las leyes serían reguladoras, pues su quebrantamiento no respondería a intenciones malignas y de engaño sino que se darían por malentendidos no intencionados.

 

Nos esforzaríamos por lo mejor y asumiríamos responsabilidad ante los demás. Se dispondría el amparo de las leyes porque de no existir los preceptos no sabríamos qué es correcto y qué no lo es. Los individuos al conocer los mandatos de la ley, se someten a ella, pero somos nosotros mismos quienes debemos asumir la responsabilidad y ser honestos.

 

La razón por la cual al gobierno no le importa algún comportamiento maligno y la corrupción, es porque el manejo del pecado resulta bueno para la economía. El pecado no se puede abolir totalmente,  pero a los gobiernos no les importa porque existen abogados que se benefician del trabajo que tales comportamientos generan. Ni siquiera quieren que manejemos nuestras propias responsabilidades. Nos dicen: “Dejen este asunto en nuestras manos”. En algunas oportunidades no resuelven sino que crean problemas porque de esta manera se ganan la vida. La deshonestidad o la corrupción es la causa de impuestos más elevados para enfrentar estos males. La deshonestidad proporciona muchas formas de corrupción.

 

Siempre habrá algún grado de corrupción, pero demasiada corrupción reducirá  nuestra economía al nivel de los países del tercer mundo. En estos países el problema número uno no es la economía sino el crimen y la deshonestidad, porque estos males no generan las condiciones adecuadas o la cultura que permita hacer negocios.  La corrupción y la extorsión sofocan los negocios, en cambio el resultado final de la honestidad es el éxito.

 

Si nos propusiéramos invertir para educar a nuestra sociedad,  compartiendo  con ella los valores de la honestidad e imponiendo la ley con penas rápidas y severas para los deshonestos, podríamos crear una sociedad gobernada con un diez por ciento de impuestos. Quizá no estemos interesados en detener la deshonestidad.

 

Cometemos el error de no ser totalmente honestos cuando por darle una oportunidad a alguien no sancionamos sus comportamientos inadecuados. Esto sucede en las cortes y en otros espacios de decisiones. En estos casos es necesario poner la balanza de los hechos y sus consecuencia para tomar las medidas correctas.

 

La honestidad proviene de Dios. Es la manera correcta para formar una sociedad justa y equitativa. No se trata de un principio religioso, sino de un hecho, una verdad que debe ser enseñada en todo el mundo. Queremos gente honesta, pero no le decimos por qué y cuáles son los efectos de este valor en la sociedad. Si esta intención fuera una realidad la humanidad sería más feliz, la economía fluyera adecuadamente, cambiarían los estilos de vida y sería más fácil gobernar.

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